Hay un lugar donde realidad y ficción se desconocen. Es el lugar que habitamos cuando escogemos el reflejo de la vida antes que la propia existencia. Es ahí, en ese extraño paraje, donde surgen y se proyectan los poemas de este cine transitado por la inacción de unos héroes condenados a realizar hazañas insustanciales, a no hacer nada o a dejarse hacer. Ese lugar es un espejo para el lector. Un espacio para analizar lo real, lo deseado, la intemperie, el devenir, el amor, aquello que imaginamos y demás universales poéticos que constituyen la vida y su reflejo.