Amo a mi mujer y por eso tengo que matarla. Sé que suena duro; lo es. Sé que suena psicótico; posiblemente lo sea. No soy un mal tipo, no se crean, más bien me considero bueno, al menos con la gente que aprecio. No soy de esos malnacidos que maltratan a sus esposas. Jamás le he puesto la mano encima a ninguna. Tampoco le he sido infiel y, que yo sepa, tampoco me lo ha sido ella. Sin embargo, tengo que matarla. No, no penséis que estoy celoso, que la odio o intento vengarme. No se merece que la ajusticie, pero alguien tiene que hacerlo. No sé cómo te llamas, si eres hombre o mujer, solo sé que si estás leyendo esto, corres un grave peligro. Lo he escrito porque necesito contarlo, porque alguien tiene que saber la verdad. Pero antes tengo que pedirte que apartes de ti estas páginas, que des media vuelta, te dirijas a la estantería y elijas otro libro.