Concebida simultáneamente como sistema de iluminación y ejercicio de alto riesgo, la múltiple y heterodoxa obra del poeta, artista y estudioso del ajedrez Eduardo Scala (Madrid, 1945) adquiere en este libro, cuyas páginas recopilan su asombroso testimonio-archivo, cuatro décadas de investigación y reflexión en torno al más filosófico y literario de los juegos. Las dimensiones de un tablero sobre el cual se despliegan 64 partidas memorables; sosegadas y relampagueantes conversaciones en Moscú con maestros legendarios, crónicas de torneos cruciales en Sevilla, Belgrado o Nueva York; lúcidos retratos de los grandes ajedrecistas de la historia; apuntes sobre la espiritualidad y mística del juego, proyectos expositivos, poemas, conferencias o sabios aforismos como el acuñado por el fabuloso Tartakower: «El ganador de la partida es el jugador que comete el penúltimo error». Una combinatoria impredecible sumerge al lector de El juzgador de ajedrez en un cosmos de conexiones paradójicas, desde cuyo fondo el enigma le da jaque. El juzgador de ajedrez ha sido concluido en los reales monasterios jerónimos de Yuste (Cáceres) y El Parral (Segovia) entre 2008 y 2009, fecha en la que el poeta, cuya breve y extensa obra está consagrada al infinito, 8, cumple 64 años de edad: 8x8. El libro se cierra con un "Postludio", ensayo autobiográfico en que se señala la mudéjar Torre de los Ajedreces de Arévalo, Ávila (en la solapa), como templo y sede de una futura Fundación Mundial de Ajedrez.