Alejandro corre por el bosque. Ha perdido a Julen, su pareja, y necesita ayuda para encontrarlo. Puede estar herido. Dos disparos emergentes entre los árboles lo sumen en un estado de ansiedad extremo. Huye mientras una tormenta amenaza desde el firmamento. Cuando cae la noche se refugia en un establo y alguien le intenta asesinar. El sacerdote Miguel le socorre y lo lleva a casa de Eulalia y Hermenegildo, dos ancianos que viven en una pequeña pedanía de la zona. Con el paso de los días, y debido a extraños sucesos, Alejandro se percatará de que algo no va bien. Sus salvadores no son quienes dicen ser. Unas sombras que vulneran las leyes conocidas del Universo lo acechan.